Todavía recuerdo el olor a comida recién hecha de casa de mi yaya
Mientras subía por las escaleras de ese segundo piso ya iba adivinando qué estaba cocinando a fuego lento, con cariño, con esas manos sabias que tienen las abuelas, con la tranquilidad de quien no tiene miles de tareas pendientes como nos pasa hoy en día.
Cuando el olor que llegaba me decía que hoy había hecho mi comida preferida, subía los escalones de dos en dos. Aunque a veces, era una falsa alarma. Subía pensando que comíamos macarrones al horno o guisao y lo que habían era lentejas, menuda decepción.
La de emociones que despertaban solamente un aroma, un olor en una escalera.
El poder del olfato.
A veces menospreciamos ese sentido, no nos damos cuenta de lo poderoso que es. Gastamos nuestro tiempo y dinero en que sea el más bonito, que tenga un tacto que transmita las sensaciones que buscamos, que esté rico… pero se nos olvida algo tan vital como el aroma.
¿No te has encontrado nunca en la situación de recibir un producto y que tenga un olor horrible? Que eche para atrás. O incluso me ha pasado de que huela ¡a tabaco! Eso es inadmisible.
Nos pensamos que a veces todo vale, que eso no importa, pero, ¿sabes la verdad? Todo comunica, todo es parte de tu marca y aquello que tú no definas y dejes al azar será tu debilidad.
Hay marcas que lo hacen muy bien en este sentido. Recuerdo ver un documental de un gran hotel que desarrolló un perfume para que todo el hotel oliera de una determinada manera. Buscaban un aroma que transmitiera lujo, que pareciera al olor del dinero. ¿A qué huele el dinero? Es curioso.
Stradivarius es una marca que me llama mucho la atención cómo trabaja este aspecto. Cuando he comprado alguna prenda huele muy bien, me encanta ese aroma. Además es un olor que me recuerda a la marca, que te hace sentir que nadie se ha probado la ropa antes y es un aroma que solo dura mientras no se use o se lave. Es muy característico y curioso este aspecto. Me recuerda a los coches. Si, a los coches nuevos. Dicen que el olor de los coches nuevos es uno de los más caros del mundo. Una vez se va ese olor ya no puedes conseguir que vuelva a oler así. Dura un tiempo determinado y nunca más. Es un sello distintivo y muy particular.
El olfato tiene un poder increíble, nos puede transportar a otro lugar, revivir recuerdos o incluso emocionar. Así que ha llegado el momento de cuidarlo, de trabajar el aroma de tu producto y de comunicar a través de él.